Cuando me han explicado la filosofía, me han dicho que la historia es algo así: unos crean la ideología A, y a continuación alguien rompe totalmente con A y crea B y el siguiente paso es que llega alguien con poco talento y mucha cara e intenta juntar A y B, creando la filosofía A^B, que no es C, es simplemente A^B.
Ya sabes qué voy a decirte. Tu carácter, tus ideas, tus miedos, tus sueños, tu ética...todo eso es A. Mis creencias, mi actitud, mis propósitos, mis aspiraciones, mis temores, y mi afán por quererlo todo un poco a veces, es B. Y llevamos mucho tiempo intentando crear un A^B. El problema es que cuando creemos que tiene sentido, cuando estamos prácticamente seguros de que el tiempo, la búsqueda, la paciencia y el creer en crear, nos han llevado a la lógica de un A^B sólido; cuando estamos casi seguros de que ya no somos unión, sino, uno; algo así como ser AB. Cuando creemos que tenemos una ideología que cobrará el sentido de tantas cosas que antes se nos escapaban; después de haber cedido un poco de aquí, y otro poco de allá, conformándonos ambos; nos damos cuenta de que por muy lejos que hayamos dejado lo que fuimos, siempre acaba llegándonos el eco de ese A, y ese B; que buscaban las uniones menos obvias.